EL RETIRO ESPIRITUAL COMO PUNTO DE PARTIDA
Por Arnaldo Quispe
Los retiros espirituales son períodos de tiempo en donde la persona comparte la inquietud de autoaislarse del mundo exterior, con el objetivo de reencontrarse y conectarse con la esencia de la vida. Es una actividad ancestral que se practica desde los albores de la civilización, por lo que es común a todas las manifestaciones culturales. Motivo por el cual, cada cultura en el mundo presenta sus propias alternativas de retiro, con espacios y actividades que son inherentes al propio contexto donde se realizan.
Estos procesos se realizan en compañía de un maestro curandero que tiene el conocimiento empírico y la experiencia del caso, por lo que asume el rol de acompañante o guía. Cabe agregar que la formación chamánica de maestros a discípulos se da a manera de convivencia, por lo menos ese es el caso de la medicina amazónica. La transmisión de conocimiento implica en ese sentido inversión de tiempo, esfuerzo, constancia y convicción de parte del practicante de chamanismo.
CUANDO PUEDE SER UTIL EL RETIRO
- Cuando se siente una fuerte necesidad de apartarse de la vida ordinaria, autoaislarse, retirarse y suspender el mundo relacional por un período de tiempo prudencial, cuyo confronte puede haber agotado las propias energías. Se necesita entonces escuchar el propio cuerpo, respirar y desintoxicarse del propio contexto, a fin de renovarse y recargar las propias baterias.
- Cuando las personas sienten la necesidad de realizar cambios trascendentales en sus vidas, pero les cuesta tomar la decisión oportuna por mil razones, miedo al cambio, apego, inseguridad, fuertes condicionamientos, vacío interior, etc.
- Cuando se intuye un inminente llamado interior que implica una manera de cerrar un ciclo y abrir otro. La sensación de “crisis” suele ser inminente y las personas se movilizan para encontrar una solución, que generalmente se logra confrontándose con uno mismo.
- Cuando las personas presentan espontáneamente un fuerte deseo de explorar otras dimensiones perceptuales y desarrollar la intuición. Se cree que existen otras realidades paralelas y se desea cruzar el umbral, pero no hay la manera cómo comenzar o que pasos seguir.
- Cuando hay una fuerte convicción por encontrar respuestas dentro del propio mundo interior. Esto supone buscar dentro lo que muchas veces pensamos que está fuera. Los espacios creados para este fin ayudan a esta búsqueda interior.
- Cuando se siente de manera sensata la necesidad de trazar un sendero espiritual basado en el propio llamado ancestral o cultural y las personas tienen la inquietud de interiorizar y evidenciar el propio maestro interior, que les ayudará a encontrar -de la mano con los chamanes- los pasos necesarios para el cambio de paradigma.
- Cuando se afronta las llamadas “crisis existenciales”, pues son fuertes sensaciones de no encontrarse uno mismo, de haber perdido el alma o que la vida no encaja o no brinda mayores satisfacciones. De manera que disponer de un espacio para reordenar los propios valores, ideas, sentimientos parece ser indispensable.
- Cuando hay una fuerte convicción de iniciarse en la medicina tradicional o el chamanismo ancestral, pues el retiro dentro del contexto chamánico es una manera de vivenciar un “pasaje de iniciación” de manera empírica tal como se realiza usualmente en los contextos tradicionales.
- Cuando se acumulan demasiados apegos, condicionamientos y mandatos familiares, pues estos impiden y frenan la propia evolución personal. Muchas veces las personas se sienten atrapadas, sin libertad y bloqueadas por relaciones tóxicas, superficiales y hasta enfermizas, y por más que se intenta cambiar la situación, parece que se cometen los errores de siempre.
- Cuando se desea conocer el cósmos de energía que rodea el bósque profundo o la montaña, y el encuentro con la naturaleza esencial ayuda a romper paradigmas urbanos, enriqueciendo y sacralizando la propia vida a partir de eventos simples y concretos, que conectan a la persona con la madre tierra.
CUANDO NO ES UTIL EL RETIRO
- Cuando las personas son eminentemente mentales y el paradigma racional es extremadamente fuerte. Hay una desconexión con la tierra y con la energía esencial del corazón. En este estado la mente está demasiada llena, dura o “cuadriculada” y lo mental se proyecta en todas las direcciones, se piensa que no hay nada más por aprender, que todo está dicho y por lo mismo hay una gran necesidad de controlar todo orden de cosas.
- Cuando se lleva una vida eminentemente material, centrado en la vanidad, la apariencia física, en el dinero, en las relaciones superficiales y en lo exterior. Las personas parecen ponerle precio a todo, actúan por interés, se vuelven rígidas y carentes de afecto. Por la misma razón que consideran una pérdida de tiempo autoobservarse y pensar en la posibilidad de aislarse del mundo, habiendo tanto que cuidar y dejando tantas cosas pendientes por hacer.
- Cuando hay un fuerte apego hacia la rutina y la vida ordinaria. Las propias relaciones familiares y laborales se anteponen al desarrollo personal. La persona queda rezagada y desplazada, a fin que las necesidades de los que lo rodean sean satisfechas.
- Cuando se rechaza aquello que no es científico y los prejuicios están a la orden del día. Se percibe el contexto del chamanismo como un mundo primitivo, de charlatanes y al margen de la ley. Así mismo, se consideran las plantas sagradas como drogas dañinas y perjudiciales para la salud, sin haber antes experimentado ninguna forma de uso ritual ancestral.
- Cuando la persona se encuentra muy mal de salud, no es conveniente para un occidental cuando presenta procesos infecciosos, enfermedades crónicas, cardiopatias, problemas hepáticos, estados nerviosos, hipocondría, “burn out”, adicción a sustancias, ludopatías o estados terminales.
- Cuando hay fuertes conflictos personales, depresión crónica, estados psicopatológicos o personas con tratamiento psiquiátrico que exija seguimiento y prescripción médica permanente.
- Cuando se aceptan los problemas existenciales como comúnes y uno termina por convivir con ellos sin resolverlos, dejando siempre pendiente la decision de cambio. Cuya intención puede existir pero siempre se busca una excusa para no avanzar, algo que asume el nombre de “autocomplot”.
- Cuando las personas actúan por motivaciones externas, por complacer al familiar, la pareja o al amigo que los induce a participar de un retiro. No hay una convicción personal auténtica y las situaciones nuevas pueden ser forzadas, superficiales, improductivas y hasta innecesarias.
- Cuando no se desea explorar estados de consciencia no ordinarios, por el miedo a confrontar temores, traumas, muy malas experiencias y recuerdos, que crean pensamientos aplastantes de huida y la decisión final de convivir con las sombras, evitando siempre echar una mirada interior.
- Cuando las personas encuentran comodidad en “disciplinas espirituales” que se ajustan a su falta de tiempo y compromiso, que en muchos casos no exigen cambios importantes, ni esfuerzo, ni pruebas de pasaje de iniciación, ni retroalimentación, ni supervisión alguna.
Fuente: http://www.takiruna.com
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